¿Cuál es la mejor época para viajar a Menorca?

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¿Cuál es la mejor época para viajar a Menorca? es la pregunta a la que más nos vemos sometidos los menorquines a lo largo de nuestra vida. La segunda sería ¿Dónde puedo alquilar una casa? y la tercera ¿Conoces alguna playa con poca gente?. Pues a pesar de la simplicidad de la demanda nunca he tenido una única respuesta contundente que sirva para todos los interesados, debido a que opino que no todos los visitantes buscan la misma experiencia.

Menorca en SeptiembreSi me lo pregunta una persona joven en busca de acción, sin duda venir a la isla en plena temporada turística es la mejor opción. En julio y agosto el tiempo raramente es malo y la oferta lúdica de restaurantes, actividades acuáticas y vida nocturna es mucho mayor (viene a ser como en ese anuncio de cerveza que tanto éxito tuvo).

Sin embargo, cuando me lo preguntan con intención de venir a vivir a Menorca, les digo que vengan a partir de noviembre para que conozcan la auténtica Menorca. Es cuando la temporada turística se ha terminado y las urbanizaciones costeras se sumen en un profundo letargo (como en el cuento de la bella durmiente) en el que los habitantes locales desaparecemos de la vista para entrar en un  modo de  invernaje, que se prolonga hasta la primavera.

Pero si detecto que quien me lo pregunta es una persona sibarita que busca catar la isla como si se tratara de un buen vino, entonces hago gala de mi respuesta más elaborada y respondo: para mí  la mejor época para viajar a Menorca es SEPTIEMBRE. En estas fechas es cuando Menorca ofrece sus mejores cualidades (su mejor buqué). El número de visitantes es moderado, las carreteras y caminos están despejados, las primeras lluvias tiñen de un verde intenso toda la isla, y las playas y calas de aguas transparentes (todavía cálidas para bañarte durante horas) lucen su mejor momento de esplendor.

En esta época puedes disfrutar de playas casi desiertas, comer en un chiringuito de playa en el que te atenderán sin prisas, ver a los peces bajo el mar que vuelven a la costa porque saben que los turistas de agosto ya se han marchado, visitar un museo como La fortaleza de La Mola (sin morirte de calor), cenar a la luz de las velas en un estupendo restaurante de cocina de autor y dormir ligeramente tapado con una sábana.

Por algo será que, cada vez más, los menorquines decimos: «yo no empiezo a ir a la playa hasta septiembre».

 

 

 

 

 

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